
Infancia desnuda: una cámara en el jardín del Edén
A finales de los años 80, una fotógrafa nacida en Lexington, Virginia, comenzó a retratar a sus tres hijos en las vastas tierras donde crecían libremente. Las imágenes que emergieron de aquel universo íntimo compondrían una de las series más intensas y discutidas del arte fotográfico contemporáneo: Immediate Family (1992).
Lejos de buscar la ternura habitual que se asocia con la infancia, Mann reveló la vida de sus hijos como una alegoría del paraíso perdido, de la libertad física, de la tensión entre la inocencia y la conciencia. Naked but not nude, diría una crítica. Y es que los cuerpos de sus hijos, muchas veces desnudos, no son eróticos, sino simbólicos: hablan del crecimiento, de la naturaleza, del dolor cotidiano y del misterio del existir.
Pero no todo fue contemplación poética. La controversia pública fue feroz. ¿Era ético mostrar así a sus hijos? ¿Dónde acaba el arte y dónde empieza la exposición innecesaria? Mann, con una serenidad admirable, respondió: “Todo arte digno de ese nombre tiene un componente de riesgo. No me interesa lo seguro.”
Hoy, Immediate Family es considerada una obra maestra que redefinió el retrato infantil, la autorrepresentación y el vínculo entre lo privado y lo artístico.