
Rio de Janeiro - O fotógrafo e ambientalista Sebastião Salgado, fundador do Instituto Terra, fala sobre a homenagem do 16º…
Rio de Janeiro - O fotógrafo e ambientalista Sebastião Salgado, fundador do Instituto Terra, fala sobre a homenagem do 16º…
Desde los confines de la selva amazónica hasta los campos de refugiados en África, la obra de Sebastião Salgado ha sido un espejo de la condición humana. Con su inconfundible estilo en blanco y negro, este maestro de la fotografía documental ha dedicado su vida a capturar historias de lucha, resiliencia y belleza. Su mirada ha trascendido el simple acto de fotografiar; se ha convertido en una forma de testimonio visual que interpela al espectador y lo invita a reflexionar sobre el mundo en el que vivimos.
Sebastião Salgado nació el 8 de febrero de 1944 en Aimorés, un pequeño municipio del estado de Minas Gerais, Brasil. Criado en un entorno rural, desarrolló desde joven una sensibilidad hacia la relación entre el ser humano y la naturaleza, un tema que más tarde se convertiría en el eje central de su obra. Sin embargo, su primer camino profesional no fue la fotografía, sino la economía. Estudió esta disciplina en la Universidad de São Paulo y más tarde trabajó en organizaciones internacionales, lo que lo llevó a viajar y conocer realidades sociales muy distintas a la suya.
Fue en uno de estos viajes a África cuando, de manera casual, tomó prestada la cámara de su esposa, Lélia Wanick Salgado. Lo que comenzó como una simple herramienta de documentación terminó convirtiéndose en su verdadera vocación. Poco tiempo después, abandonó su carrera en economía para dedicarse de lleno a la fotografía, iniciando un viaje de exploración y compromiso que lo llevaría a convertirse en una de las figuras más influyentes del fotoperiodismo.
El trabajo de Salgado se distingue por su profundo humanismo y su técnica en blanco y negro. Esta decisión estilística no es meramente estética, sino que responde a su intención de conferir a sus imágenes una atemporalidad universal. A través del uso magistral de la luz y la sombra, logra transmitir la intensidad de las emociones y la crudeza de las situaciones que retrata.
Su fotografía documental no se limita a mostrar la realidad; la interpreta y la transforma en una narración visual que apela a la conciencia del espectador. Cada proyecto de Salgado requiere años de trabajo y lo lleva a sumergirse por completo en las comunidades que documenta, generando una conexión íntima con sus protagonistas.
A lo largo de su carrera, Sebastião Salgado ha desarrollado proyectos fotográficos de gran envergadura, cada uno con un enfoque particular sobre la condición humana y el mundo natural:
Cada uno de estos proyectos refleja la capacidad de Salgado para capturar la esencia de la humanidad y la naturaleza, subrayando tanto su fragilidad como su fortaleza.
El impacto de Sebastião Salgado trasciende su obra fotográfica. En 1998, junto con su esposa Lélia, fundó el Instituto Terra, una organización dedicada a la reforestación de la región del Valle del Rio Doce en Brasil, gravemente afectada por la deforestación. Con este proyecto, la pareja ha logrado restaurar miles de hectáreas de bosque tropical, demostrando que la conservación ambiental es posible cuando hay compromiso y acción.
Salgado ha recibido numerosos premios y distinciones a lo largo de su carrera, incluyendo el Premio Príncipe de Asturias de las Artes y la distinción de Embajador de Buena Voluntad de la UNESCO. Su legado no solo se mide en fotografías icónicas, sino también en su contribución activa al cambio social y ecológico.
Sebastião Salgado no es solo un fotógrafo; es un cronista visual de la historia contemporánea. Su capacidad para encontrar la belleza y la dignidad en los momentos más oscuros lo ha convertido en una de las figuras más respetadas en el mundo de la fotografía documental.
Su obra nos recuerda la importancia de la empatía, la memoria y la acción. Cada imagen de Salgado es una invitación a mirar más allá de nuestra realidad inmediata y a comprometernos con un mundo más justo y sostenible. En un tiempo donde la imagen es efímera, su trabajo persiste, dejando una huella indeleble en la historia de la fotografía y en la conciencia de quienes la observan.